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Hilda Siverio saca sonrisas y risas

"Hay que mirarse y mimarse"

LOCALXPRESS | Publicado: 22/11/2018 19:00:00 CET
Hilda

Con más de treinta mil seguidores en sus redes, Hilda Siverio se hizo conocida a través de ellas en un momento duro de su vida, buscando ‘sacarle una sonrisa al cáncer’. Años después y esquivando palos de la vida, hablar con ella es un vaivén de emociones donde la risa no falta. Por más que intente entrevistarla, al final se tercia en un diálogo donde la alegría que la caracteriza (desde pequeña, según cuenta) te sacan de cualquier guion preestablecido. Al final todos caemos rendidos a la fuerza, la valentía y el humor de Hilda… y también a su corazón.


Te conocimos a través de ‘Sácale una sonrisa al cáncer’ y sigues en nuestras vidas diarias. ¿Quién es Hilda Siverio?


Hilda es una mujer feliz a la que la vida le ha dado demasiados palos, demasiados, pero que sigue adelante. Hilda, desde pequeñita, ha tenido la capacidad de desconectar de las cosas duras y difíciles, no siendo consciente voluntariamente de lo que ha vivido. Automáticamente pienso que para que le toque a alguien que quiero, que me toque a mí, que tengo la capacidad de soportarlo mil veces más.


¿Cómo?


En mi mente es como que la cosa no va conmigo. De hecho, tanto es así que los médicos creen que una cosa tan grave, que pintaba tan mal, se mejoró por mi forma de vivir la vida y la enfermedad. Yo te puedo decir de carrerilla lo que tengo. ¿Sé lo que es? ¡No! [Se ríe a carcajadas]. Lo que he aprendido es que hoy puedes estar en una situación dolorosa, pero a lo mejor dentro de un año, puedes estar peor. Todo el mundo dice que las cosas pueden mejorar, pero yo sé que también empeorar.


Y surgió la página.


Hay gente que al principio me preguntaba que cómo podía jugar con algo tan duro como el cáncer. Esa misma gente, un año después venía a darme las gracias, porque entendían el trasfondo que había tras cada vídeo subido a mis redes. Por ejemplo, llegaba a oncología con una sonrisa, y no lo entendían al principio. Y es que a quien tengo enfrente quizás necesita esa sonrisa hoy para sentirse mejor. Quizás lo está pasando peor que tú.


A raíz de la página se ha creado una cadena. Bueno, muchísimas. ¿Quién me iba a decir que en una página de niños con leucemia, algo como ‘donar’ tu cabeza y pintarla, iba a lograr ayudar? Lo hacía en casa con mis hijas. Aún no sé cómo sacaba la fuerza para, cuando oía las llaves de la puerta de mi casa, estar preparada con las acuarelas para que me pintaran la cabeza.


De hecho, de puertas para dentro de mi casa soy más loca aún; mi marido dice que la gente debería verme. A veces grabo vídeos que digo “Dios, la gente no lo va a entender este humor” [se ríe a carcajadas]. Pero siempre suelo subir contenido, porque eso ayuda a la gente y me ayuda a mí.


Ayudarte ayudando. Hace falta más empatía, más buen humor…


Si te das cuenta, subo mucho contenido con toques de humor. Los días que subo lo más disparatado, suelen ser los que peor estoy y, sin embargo, ayuda a que al que está al otro lado de la pantalla le haga gracia y le alegre. Curiosamente, se me ha hecho un efecto boomerang: yo subo contenido para ayudar a los demás y, al ver que ayudo tanto, ¡me ayuda a mí! Todo en esta vida es contagioso. El mal es contagioso, pero la bondad, también. El ser generoso, el ser alegre, pero oye: sin confundir términos, que solemos confundir el ser bueno con ser gilipollas. ¡No hay que equivocarse!


Todo se contagia. Por eso, cuando estamos con una situación delicada, no se puede ser egoísta y pensar que el dolor es solo de uno: los que están a tu alrededor también sufren. Es un nivel de amor tan grande, no solo hacia ti, sino a quien te rodea, y decir “yo tengo que salir adelante”. Por ti y por los que quieres. A esa lucha interna hay que tenerle respeto. Además, hay que saber identificarla, que no es fácil.


No serán pocos los que se apoyan en ti cuando sufren esta situación que tú viviste o, sencillamente, porque se sienten cerca de ti.


No imaginas cuánto. Me llega una media de 3.000 mensajes privados, e intento contestar a todos. La gente está muy sola. Hay gente que incluso me escribe cartas como una forma de desahogo. Empiezan con un Sé que esto no lo vas a leer, pero me hace bien escribirte esto a ti. Y a mí me parece impactante leer las cosas que leo.


Un tema que trasciende mucho últimamente es la igualdad. Desde tu página, ¿cómo lo has vivido? ¿Ha estado presente?


Si hay una cosa que por la privacidad no la comunico, y que me genera una tristeza enorme, son los mensajes de las mujeres abandonadas por estar, como se consideran algunas y con dolor al decirlo, amputadas. Abandonadas por sus parejas, por sus relaciones. Ya no es solo vivir una situación tan dura, o generar una visión tan dura como es el cáncer de mama… también esto pasa.


Uf, cómo chirría ese término…


Chirría mucho, pero es eso. A mí no me hace ser más femenina o más mujer por tener o no tener más pecho. Yo siempre tenía el cachondeo de decir: ‘joder, precisamente lo que yo más potenciaba siempre en mi vida, mi pelo y mis pechos, y la vida me lo quita’. Con esto también he visto que lo que yo pensaba que era lo más llamativo no lo era: resulta que lo que más llamaba de ser de mí es mi simpatía y, según dicen, mi sonrisa. Yo siempre he sido una potenciadora de la belleza femenina, en todos los sentidos, desde niña. En el cáncer, más.


¿Cuál es el consejo para quien lea esto?


Compartí esta frase hace unos días: “cuando tu señalas con un dedo, te olvidas de que hay tres que te miran a ti”. Hay que mirarse y mimarse. Quiérete. ¡No hay más!

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